Tenikwa: pasión por la protección y la reinserción

La vida salvaje en África, como en el resto de lugares del mundo, se enfrenta a una lucha diaria por la supervivencia. Cada especie debe enfrentarse a sus enemigos naturales, desde la sequía a los depredadores.

Pero el más mortal de todos los enemigos de la vida salvaje es el ser humano, que fruto de sus actos, destacando la desgraciada caza furtiva, deja tras de sí un rastro de muerte que carece totalmente de sentido. Es muy duro ver las imágenes de los animales abatidos, pero desgraciadamente no son las únicas víctimas, ya que en muchas ocasiones, muy cerca de la hembra abatida se encuentran sus pequeños vástagos, que sin la presencia de su progenitora para alimentarlos y guiarlos en el duro camino del aprendizaje de todos los secretos de la supervivencia, ven reducidas sus posibilidades de alcanzar la madurez en casi un 100%.

Involucrarse en la protección de nuestro entorno es una tarea ardua, pero muy reconfortante, que se puede abordar a través de la realización de numerosas actividades.

Y una de ellas son los centros de conservación y recuperación, en los que recogen individuos de numerosas especies que por diferentes motivos, han quedado en una situación de minusvalía en su entorno natural que prácticamente les levanta un muro infranqueable en su carrera por la supervivencia.

Muchos de estos centros surgen de iniciativas privadas, y su máxima es la de proteger a los individuos que han rescatado de cada especie, con el objetivo final, cuando esto es posible, de una vez recuperados reinsertarlos en su medio de vida salvaje.

TENIKWA es un centro de recuperación situado en Plettenberg Bay, en las cercanías de Knysna. Len y Mandy Freeman abrieron este centro en el año 2002, y a lo largo de cada año recogen más de 300 individuos de diferentes especies, heridos o abandonados. Y en colaboración con las autoridades, una vez que los animales se han recuperado, proceden a la reinserción en su hábitat natural.

TENIKWA, como otros centros de conservación, se financia mediante donaciones y en el año 2007, abrió un centro de felinos cuyo objetivo es que los visitantes puedan acercarse a algunos de los animales que por edad, o por cualquier problema físico, han sido descartados para ser reintroducidos en su hábitat natural.

Aún cuando son animales que desgraciadamente han perdido la opción de disfrutar de la vida en libertad, siguen siendo especies salvajes. Y la posibilidad de interactuar con ellos (por supuesto siguiendo todas las pautas de comportamiento indicadas por el personal especializado de Tenikwa) es una experiencia impresionante.

Es importante entender que ni TENIKWA ni ninguno de los centros de recuperación de los que iremos hablando en siguientes artículos, son centros con ánimo de lucro, ni se puede interpretar que se visita un zoo donde se exponen especies de animales.

Por ello, dependiendo del momento de la visita, y de los animales que hayan conseguido poner nuevamente en libertad, las especies que se verán serán unas u otras.

Pasear cerca de los espacios asignados a cada animal es una delicia. Pero sin duda alguna lo mejor llega cuando interactúas con aquellos que están acostumbrados al ser humano y que no solo aceptan, sino que agradecen su presencia. El plato fuerte de la visita es realizar, en grupos de máximo 6 personas, un paseo con guepardos al amanecer o al atardecer; los tiempos de visita son siempre muy estrictos y se adecuan a los biorritmos de los animales.

Durante nuestra última visita en el mes de Agosto tuvimos la oportunidad de ver un leopardo, que desgraciadamente seguirá allí porque su reinserción está descartada, guepardos, caracales, servales, gatos salvajes africanos, marabúes, suricatas, pingüinos… Además de estos animales, el centro cuenta siempre con animales de diferentes especies en el recinto de la enfermería y aunque no es posible verlos ya que lo más importante para TENIKWA es su recuperación, los guías del centro siempre están dispuestos a explicar al visitante todo sobre ellos.

Tratar de describir con palabras el momento de estar al lado de un guepardo, sentir y escuchar sus ronroneos de aceptación de tu presencia, acariciar su áspero pelo y pasear a su lado siguiendo caminos que hoy están bajo el control humano pero que fueron su territorio, es una tarea ardua. Es sin duda alguna una experiencia para ser vivida y absorbida por todos los sentidos, dejándote transportar a un tiempo en que todo era diferente, y nuestra forma de vida no había irrumpido sin respetar la forma de vida ancestral de la propia naturaleza.