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Hacia las montañas Cederberg

Nuestro viaje terminaría en Ciudad del Cabo. Pero la distancia entre Kamieskron y esta ciudad pedía una parada en medio. Y dado que la ruta transcurre atravesando una parte de las Montañas Cederberg, es el lugar ideal para una parada. Clanwilliam fue la ciudad elegida para pasar esta noche intermedia, antes de llegar a Ciudad del Cabo.

Las Montañas Cederberg se caracterizan por sus espectaculares formaciones rocosas y el arte rupestre de los San. Y por supuesto por su curiosa vegetación. El clima mediterráneo de esta región es ideal para el crecimiento de fynbos y proteas, la flor nacional sudafricana. Además de ser hogar de la especie de árbol endémico de la zona y en peligro de extinción Clanwilliam Cedar (Widdringtonia cedarbergensis), origen del nombre de las montañas.

El objetivo del viaje seguía siendo botánico, y de  observación de los cientos y cientos de especies de flores en la región del Cabo Occidental de Sudáfrica. Y estando en Kamieskron encontramos información sobre la existencia del Jardín Botánico Nacional de Hantam, próximo a la población de Nieuwoudtville.

Suponía un desvío no demasiado grande, aunque sumando el tiempo de ese desvío al tiempo necesario para explorar el Jardín Botánico, realizar esta visita implicaba reducir el tiempo en las Montañas Cederberg. Pero la descripción que encontramos sobre este Jardín Botánico nos hizo decidir que lo visitaríamos.

Por tanto seguimos la N7 hasta Vanrhynsdorp, población donde debíamos desviarnos hacia el oeste para llegar a Nieuwoudtville. Y el paso por Vanrhynsdorp nos ofreció una ciudad decorada con objetos del pasado, como una nueva muestra de la importancia que dan los sudafricanos a todos los objetos y maquinaría que han empujado a generaciones a sobrevivir y crear asentamientos en estos duros entornos.

El Jardín Botánico de Hantam, una pequeña decepción

Para llegar hasta allí la ruta había sido muy interesante, incluido algún paso de montaña más que nos dejó bonitos paisajes. Pero tristemente descubrimos al llegar al Jardín Botánico de Hantam, que el desvío no había merecido demasiado la pena.

El motivo, simplemente el momento. Este enorme Jardín Botánico aloja un montón de plantas de muy diferentes especies de floración estacional. Y llegamos en un mal momento en el que las especies que habían florecido recientemente prácticamente ya habían desaparecido. Y aún era demasiado pronto para la floración de otras de las especies.

Pero todos sabemos que momentos de estos se pueden vivir en cualquier viaje. Dimos un paseo entre caminos con indicaciones al tipo de plantas que se extendían a cada lado, ofreciendo esa imagen triste de flores marchitadas, tan contraria a lo que habíamos visto los días anteriores, y decidimos que no queríamos mantener ese excelente sabor. Así una pequeña parada para comer algo, y seguiríamos nuestra ruta hacia las Montañas Cederberg.

En la carretera de acceso al Jardín Botánico de Hantam habíamos visto una especie de granja-restaurante que nos había parecido curioso, y decidimo probar.

Nos ofrecieron un menú sin casi opción de elección, un poco de «lo tomas o lo dejas«. No le deis a esta frase un cariz de dictadura. Es que es lo que tenían cocinado y no podían ofrecernos muchas más opciones. Pero el sitio, con su decoración un poco estrámbotica con todo tipo de elementos, pero muy divertida, nos alegró sin duda alguna la comida.

Ahora sí, hacia las montañas Cederberg

El tiempo del día se había ido escurriendo casi sin darnos cuenta. Al terminar de almorzar eran algo más de las 2 de la tarde y aún teníamos que llegar a Clanwilliam, donde estaba nuestro hotel.

Había 2 opciones posibles. La primera, más sencilla y más rápida regresar desde Nieuwoudtville hasta Vanrhynsdorp y desde allí seguir por la N7 hasta Clanwilliam, unos 140 km, marcados en el mapa como un recorrido de aproximadamente una hora y media.

O bordear por el oeste, por carreteras marcadas como «no asfaltadas» y que según el GPS tardaríamos  algo más de 2 horas en recorrer unos 150 km . Prácticamente misma distancia pero con más tiempo de recorrido, nos daba clara información que la opción del oeste la carretera sería bastante peor.

Para los que me conocen, antes de que yo lo diga, ya tienen claro que opción elegí. La ruta más larga presagiaba un mejor paisaje, y con un tramo largo de carretera «no asfaltada» seguro permitiría todas las paradas fotográficas que nos apeteciera sin los problemas que presenta parar en medio de una carretera nacional. Además mirando el mapa siguiendo esa ruta llegaríamos a Clanwilliam atravesando desde el Oeste una parte de las Montañas Cederberg, el objetivo de este día de viaje.

Así que seguí explotando el confort que me daba el excelente Fortuner 4×4 que habíamos alquilado y exploramos tranquilamente esta carretera secundaria, no asfaltada, atravesando más regiones montañosas, con bonitos pasos de montaña, mesetas, granjas…

El punto en el que esta carretera cruza el río Doring, donde llegamos cuando el sol estaba descendiendo, nos ofreció una bonita postal.

Cuando comenzamos a atravesar las Montañas Cederberg, dada la hora, tuvimos que dejar a nuestro paso sin visitar la ruta denominada «Sevilla Rock Art Trail«, un recorrido entre las rocas de estas montañas con pinturas rupestres bosquimanas. Había sido una de las opciones que al elegir visitar el Jardín Botánico de Hantam, sabíamos que era muy probable que se nos quedara en el tintero por falta de tiempo. Creo que todo viajero se encuentra en alguna ocasión frente a decisiones de este tipo.

Y creo que no soy la única viajera que utiliza la frase «buena excusa para volver«, porque de verdad os digo que no me importaría nada encontrar la oportunidad de repetir este viaje. Y realmente espero encontrar esa oportunidad!!!!

Sabiendo lo que no íbamos poder visitar, seguimos avanzando. Pero como también ocurre en muchos viajes, en ruta te encuentras con algo que desconoces y te sorprende. Un poco antes del bello Paso Pakhuis en las Montañas Cederberg un curioso cartel que señalaba hacia la Tumba del Hombre Inglés, «The Englishman’s Grave» nos llamó la atención. Uno de esos carteles marrones, que por convención internacional señalan monumentos históricos o artísticos. Decidimos que podíamos explorar un poco y ver qué era esa tumba, de cuya existencia ninguno teníamos ninguna noticia.

Bueno, pues justo eso encontramos, una tumba. Protegida en medio de las montañas, con flores frescas, y con un cartel escrito a mano «In Memory of a Very Brave Englishman»

Como esta tumba en medio de la nada me produjo curiosidad, después investigué algo sobre ella. Supuestamente aquí está enterrado el Teniente inglés Graham Vinicombe Winchester Clowes, que falleció aquí en una de las muchas batallas que se libraron en la 2ª Guerra Anglo-Boer, cuya parte más cruenta se produjo en los alrededores de Kimberley.

Sin restarle valor a la acción del Teniente británico y su batallón, lo que para mí resulta más remarcable es que si yo descubrí sorprendida una tumba en medio de las montañas, de alguien que falleció en Enero de 1901, se debe al amor de su madre. Ella viajó desde Inglaterra para visitar y marcar el lugar donde su hijo había caído heroícamente en batalla. Y como si lo vieráis en una película, tratad de imaginad el periplo que debió vivir esta mujer a principios de siglo: un viaje en barco desde Inglaterra de casi seguro no menos de 3 semanas de duración hasta Ciudad del Cabo. Y desde allí un viaje de no menos de 3 días en carreta, único medio de transporte a principios de siglo, a través de caminos imposibles, hasta llevarla a un duro paso de montaña, donde le informaron se había librado la batalla en la que su hijo había fallecido.

El amor de una madre hizo posible que más de 100 años después sepamos de la existencia y posibles actos heroicos de Graham Vinicombe Winchester Clowes. No sé si realmente Graham actuó como un héroe. No he encontrado información detallada de sus actos y participación en esta batalla. Pero para mi, sin ninguna duda, su madre y su acto de amor de afrontar ese viaje para marcar el lugar donde murió su hijo, merece que todos le convirtamos en nuestra mente en el más aguerrido de todos los héroes.

El día había sido largo e intenso, y ya sólo quedaba cerrarlo como se merecía: con una buena copa de vino sudafricano y una buena cena.

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